El pasado 25 de diciembre se estrenaba en la plataforma Disney + la nueva película de Pixar, Soul. La cinta, que supone la vigésimo tercera colaboración del estudio con el gigante estadounidense, es la primera en estrenarse íntegramente en servicio bajo demanda ante la imposibilidad de estrenarla por todo lo alto en cines por impedimento de la pandemia mundial que seguimos viviendo a día de hoy.
Tal vez por el año que llevamos, sumado el efecto de estas fechas –los responsables sabían muy bien lo que hacían–, el efecto de la película se haya multiplicado y por eso su mensaje inspirador ha dejado tan buen sabor de boca a todos los afortunados que ya la han visto.
Una estrategia vista ya antes
Al igual que ocurrió con Inside Out (2015), los creadores de esa historia explican algo abstracto por medio de representaciones alegóricas con forma de muñequito. Si en la primera ocasión las emociones humanas, como alegría o tristeza, eran personificadas a través de una chica risueña y una mujer de mediana edad abatida, en 2020 los creativos se han atrevido con algo más metafísico como la formación de las almas y de las personalidades humanas. Toma ya. Eso sí, a diferencia de su predecesora, esta vez se ha escogido una representación que opta por homogeneizar a todas las almas –al fin y al cabo, están por moldear– sin diferenciarlas especialmente entre sí, salvo por los dos protagonistas, claro.
Por un lado, se encuentra Joe Gardner, un profesor de música frustrado que lucha incansablemente por atrapar su sueño –convertirse en músico de jazz– y, por otro lado, 22, un alma desencantada con la teoría de lo que es vivir, que no encuentra su lugar en el mundo. Ambos representan arquetipos universalmente conocidos: el idealista que persevera buscando su vocación y el inadaptado social que no halla nada que le motive en la vida, pero con el giro de que ni siquiera ha empezado a vivirla todavía. Y eso es lo genial de esta historia.
Soul: evocadora hasta decir basta
Todas las películas de Pixar tienen un mensaje, y el de esta es el mensaje más universal de todos: el sentido de la vida. ¡Cuántas veces habremos pensado en nuestras expectativas y en la frustración de no hacer caso a esa voz interior que nos dice que no estamos haciendo para lo que hemos venido a este mundo! En la mayoría de casos, escuchar esa voz interior ha podido suponer un cambio para bien en la existencia de alguien. Pero al mismo tiempo, ¿cuántas veces también la sensación autoimpuesta de lo que es la realización personal no nos deja darnos de cuenta de que ya tenemos lo suficiente para ser verdaderamente felices?
A lo largo del metraje se repiten una y otra vez estas reflexiones tan existencialistas que ponen a prueba no solo a Joe, sino también al espectador. Ya sea una conversación con el peluquero de toda la vida o bien una charla postbolo con tu ídolo, o incluso la tan delicada conversación con una madre acerca del futuro sirven de excusa para que el germen de esta idea vaya penetrando poco a poco en la psique del espectador. Y este proceso es sencillamente delicioso.
Soul: ¿merece la pena verla?
Rotundamente sí. Desde que sale el castillo de Disney en la ya mítica entradilla al inicio de cada película, empiezas a disfrutar de todas las sorpresas y humor a raudales que nos tienen preparados nuestros amigos de Pixar. Ese humor inteligente sin ínfulas que consigue llegar a todo el mundo por su sencillez, y que, sin embargo, conserva la sutileza de la broma elaborada que la hace percibir como un producto de calidad.
La animación de la historia es un arte que llevan perfeccionando durante décadas en el estudio y que se constata con la genial decisión de diseñar a los Jerrys –múltiples representaciones del cosmos que guardan a las almas como entidades superiores que son– con forma de garabatos “para adaptarse a la finita consciencia de los seres humanos”, lejos de cualquier asignación religiosa. Lo fácil o evidente hubiera sido dibujar ángeles o deidades, y en vez de eso, han sido asépticamente agnósticos. Todo lo agnóstico que se puede ser partiendo de la base de la aceptación del alma, pero precisamente eso es lo bueno: que no es ofensiva para creyentes ni cursi para los no creyentes.
Con todo lo dicho, por su originalidad, su frescura, y lo actual y atemporal de su mensaje –sobre todo en las circunstancias que nos ha tocado vivir como sociedad humana–, probablemente Soul sea la mejor película del 2020.